Instalado en la plaza pública, un adivino se entregaba a su
oficio. De repente se le acercó un quídam, anunciándole que las puertas de su
casa estaban abiertas y que habían robado todo lo que había en su interior.
se Levantó de un salto y corrió, desencajado y suspirando, para ver lo que había
sucedido. Uno de los que allí se encontraban, viéndole correr, le dijo:
-Oye, amigo: tú que te picas de prever lo que ocurrirá a los
otros, ¿por qué no has previsto lo que te sucedería a ti?
Siempre hay personas que pretenden dirigir lo que no les
corresponde, pero no pueden manejar sus propios asuntos.
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